sábado, 30 de abril de 2011

La Rioja

Casi el Valle de la Luna, Valle Pintado.
 Hola:
Era necesario hacer un viaje para liberar la imaginación, o para inspirarme en tan bellos paisajes y volver a mis divagaciones...
Pero, ¿Cómo podría divagar sobre algo tan real como fue todo lo vivido en esos días?
Todo fue real, como el viaje en un ómnibus muy confortable, con un coordinador, Leo, que estuvo siempre atento a nuestra comodidad, y con compañeras de viaje formidables como lo fueron Beti G., Beti Mo y Cristina... De mí no puedo decir nada,
Beti sí podría decir algo ya que contó todas las veces
Cuesta de Miranda. Abajo, el río.
 que me tropecé y todas las que me choqué
a la gente por mirar para otro lado... pero bueno, volví sana y salva gracias a Martín, el guía del Valle de la Luna que me barajó de un brazo al darse cuenta que había pisado mal un escalón del ómnibus y creo que me caía si él no me atajaba.
También le debemos a Beti G que hiciera callar a la otra Beti para que no nos aturdiera con su charla, y ella se lo tomó tan a pecho que después no sabíamos si estaba o si la habíamos dejado en alguna parada. Sólo que ya nos advirtió que no contemos con ella para una próxima visita al Valle de la Luna en día de viento Zonda...
Cristina, por su parte, se destacó por su altura llamativa y su permanente sonrisa, que hacía que las mujeres que viajaban con sus maridos les dieran a éstos algún que otro codazo si se fijaban demasiado en ella.
También viajó con nosotros una agradable señora que se adaptaba a todo y estaba re contenta con nuestra compañía. Ella compartía habitación con una lady que viajaba escoltada por un guarda espalda de hombros anchos, tatuaje y ropa de cuero, muy discreto y callado, pero acompañándola cuando la señora salía a dar una vuelta por los casinos.
 En realidad, estuvimos muy bien informadas por un guía riojano, Omar, que nos recordaba mucho a un riojano célebre, que no fue precisamente El tigre de los Llanos, sino el de Anillaco, que todos conocemos muy bien. Por ahí lo pescábamos a Omar inventando algo o añadiendo algún neologismo a su bien nutrida jerga, pero se lo perdonamos porque fue muy gentil y hasta se ofreció para acompañarnos a un lugar donde se bailaba salsa; tuvimos que rechazarlo porque era Semana Santa.
Bueno, bromas aparte, cada provincia tiene su acento, y es maravilloso notar las diferencias en la pronunciación de cada uno. Noté que tienen el orgullo y porque no, el respeto hacia cada lugar, ya que en la Rioja nos guió un riojano, en el Valle de la Luna (San Juan), el guía era sanjuanino, y en Talampaya nos condujo otro guía, riojano el hombre, quien un poco en broma, un poco en serio, no sabría decirlo con exactitud, se encargó de decir que el "Honguito" se estaba por caer y que la Cancha de bochas eran unas piedras desparramadas por ahí... Claro, ellos tienen esos farallones de 200 metros que imponen con su color rojo, y hasta te contestan si les gritas muy fuerte HOLA!... y tienen el Monge, la Torre de ajedrez, la Catedral gótica y el Pesebre, entre otras. Por supuesto, hay que ayudar con la imaginación, pero es imponente. Se trata del cañón del río Talampaya, que supuestamente, corriendo por allí durante siglos, ha erosionado las paredes rocosas, y con ayuda del viento ha tallado figuras en la roca colorada... hoy es un río seco que se llena de agua en verano, cuando llegan las lluvias torrenciales, y a las dos o tres horas esta es absorbida por el suelo arcilloso.

Mirando bien puede verse un macho relincho de guanaco.

Farallones tallados por el viento







No faltan por allí, algún zorro escurridizo, u otros casi domesticados, que se acercan a los turistas, esperando que les arrojen algún manjar, a pesar de la absoluta prohibición de hacerlo. No saben cuánto me acordé del Principito, que aprendió a domesticar al zorro.
También seguían pastando muy tranquilas las manadas de guanacos, inmutables al paso del ómnibus, pero eso sí, el macho relincho vigilaba desde cerca. Nos contaron que hay un macho por cada manada, al que le llaman relincho por el sonido que emite cuando nota la presencia de algún depredador, parecido al relincho del caballo, y varias guanacas con sus crías, los chulengos. Se alimentan de las plantas xerófilas que crecen gracias al salitre, el cual retiene la humedad en esas tierras tan áridas.
Toda esta zona además de Parque y Reserva natural ha sido declarada Patrimonio de la humanidad por la Unesco, no sólo por su belleza, sino por razones científicas, como es el haber sacado a la vista la  historia geológica de la tierra, donde los períodos completos del Triásico se encuentran bien diferenciados por la forma y el color de los estratos, de manera que pueden ser estudiadas con gran facilidad.
Se encuentran también allí restos fósiles de vegetales y de dinosaurios... Sí, de dinosaurios, los cuales has sido reconstruidos y están expuestos en el museo de Talampaya. Todos lo años acuden científicos de todo el mundo a estudiar ese libro abierto que es el Valle de la Luna y el Cañón de Talampaya. Todos lo fósiles hallados se conservan en la provincia.

Nuestra visita comenzó en Catamarca: cuando nos vamos acercando, al igual que  Salta, tenemos montañas al frente y cuando avanzamos un poco nos encontramos rodeado por todas ellas, debido a eso  recibió el nombre de San Fernando del Valle de Catamarca, pues se trata de un valle. Allí visitamos la magnífica catedral y luego, subiendo la cuesta del Portezuelo llegamos hasta la gruta de la Virgen. Un poco más allá se encuentra el monumento a la Pachamama, donde rezamos una oración en quechua, la cual fue completada con la canción que todos acompañamos entusiasmados, que dice: 

"Desde la cuesta del Portezuelo, mirando abajo parece un sueño, un pueblito acá, otro más allá, y un camino largo que baja y se pierde..."                                                                   

Hicimos también una excursión a Chilecito, la zona productiva de la provincia, con sus plantaciones de olivos y sus viñedos, y en una visita a la bodega LA RIOJANA  "sentimos" el penetrante olor del vino en pleno proceso de vinificación. Pudimos comprar aceite de oliva y degustar el vino, saciando nuestro apetito con un suculento asado de tira y matambre, rematado con un postre regional de frutas en almíbar y queso... una delicia de dulzor que colmó nuestra necesidad de azúcar por varios días.
Antes de llegar a Chilecito, se puede desviar por un camino de cornisa que lleva a Villa Unión, en medio de un paisaje de tarjeta postal, con el rio serpenteando por el valle, bordeado de arboles que se iban tiñendo de amarillo, sobre el fondo rojo de la montaña salpicada de verde vegetacion.
También en Chilecito se encuentra la propiedad donde vivió el autor de la Oración a la bandera y su obra culminante "Mis Montañas", Don Joaquin V. Gonzalez, fundador de la Universidad de La Plata, lugar que le sirvió de refugio en sus momentos de meditacion. Hubo algo más que meditación en esos hermosos parajes, ya que, además de sus 6 u 8 hijos, tuvo otros dos con una prima que habitaba en aquellos lares.
Ya volviendo, el día domingo, realizamos una visita a la ciudad de La Rioja, con su universidad que cuenta con 36 carreras y donde estudian jóvenes de las provincias vecinas y hasta extranjeros. Como casi todas las capitales de las provincias del interior, no es muy grande, pero tiene cancha de golf, autódromo, una represa, Los Sauces, vecina al barrio más elegante de la ciudad donde viven las familias adineradas gozando de 15 grados menos de temperatura en verano que en el resto de la ciudad, por su posición y por estar rodeada de árboles, los cuales impiden que el sol pueda alcanzarlos con su fuego.
Antes de terminar quiero mencionar a la guía del ultimo día, Vanesa, que nos contó que allí los habitantes son diaguitas o árabes, hay una escuela de danzas árabes, y las niñas ya saben que deben aprender los bailes árabes desde chiquitas; eso sí, nada dijo si ella aprendió porque su físico no era precisamente el de una bailarina. Cada tanto nos retaba por no entusiasmarnos con sus relatos, pero nos aportó la leyenda de la CHAYA, que será objeto de otra página, y nos contó la historia de San Francisco Solano, el cual con su violín logró calmar la rebelión de 2000 aborígenes que se levantaron contra los españoles, cansados de sus abusos. Esto en el lugar donde se encuentra la iglesia del Niño alcalde, relacionado con la insurrección de los aborígenes, y las Padercitas, nombre dado a unas paredes de adobe que se encuentran protegidas bajo una sólida construcción de piedra, y pertenecientes a un fuerte construido por los españoles desde antes de la fundación de la ciudad. Al frente se encuentra el monumento al Tinkunaco, constituído por dos enormes piedras con petroglifos. La fiesta del Tinkunaco reviste gran importancia en la población, celebrándose cada 31 de diciembre al mediodía, donde las autoridades "renuncian" a sus cargos entregando todo el poder a Dios, y durante tres días sólo Él gobierna. Es considerada la fiesta del Encuentro.
Desde allí emprendimos el regreso después de haber almorzado en el pequeño restauran Don Carlos, al que recuerdo con afecto ya que nos atendió el día de nuestra llegada y el de nuestro regreso.

 Seguramente algún error se me ha deslizado, pero aprendí del guía. Lo importante es hacerlo interesante.

1 comentario:

  1. Si lo desean pueden escribir un comentario y después firman para que se sepa que no lo escribí yo, como es el caso de este.

    Esther

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